viernes, 16 de mayo de 2025
VIERNES ASQUEROSO
Con un clima húmedo, pegajoso, y una ciudad aplastada por la tormenta de anoche, el viernes se pone interesante recién después de las 18 hs, con actividades como una peli en la Biblioteca Nacional, un show de una banda acá a la vuelta de mi casa y una trasnoche ochentosa en un antro del Centro. Pero mientras, tengo muchísimo laburo pendiente vinculado a la Comiqueando Digital, y un ratito (más breve del que yo quisiera) para reseñar los últimos comics que leí.
Por fin terminé, con un delay que me avergüenza, la etapa de Jonathan Hickman en Fantastic Four. El epílogo es este Vol.4 de FF, que data de 2012 y compila los nºs 17 al 23 (vimos el Vol.3 el 08/05/23). En esta segunda serie, Hickman desplazaba el foco de la epopeya central para mostrarnos el Lado B de la acción, casi siempre con mayor protagonismo para los pibitos: Franklin, Valeria y el resto de los alumnos de la Future Foundation. Pero el primer episodio del TPB, por ejemplo, no tiene a los nenes Richards y sus amigos, sino que es una comedia costumbrista totalmente desopilante, protagonizada por Johnny Storm y Peter Parker. A lo largo de todo el tomo, Hickman va a demostrar que también es crack a la hora de escribir comedia, y este unitario en particular no tiene nada que envidiarle a los mejores momentos de la Justice League de Giffen y DeMatteis. En el segundo unitario, Johnny comparte el protagonismo con los pibitos, y también tenemos una "no-aventura" muy atrapante. El tercero es un episodio 100% autoconclusivo y centrado en los alumnos de la FF, esta vez ambientado en Wakanda y con la incorporación de una nueva compañera a la clase.
Y después sí, a partir del nº20 se vienen cuatro entregas mucho más articuladas con lo que pasaba en Fantastic Four, esa hiper-saga a todo o nada con la Supreme Intelligence, los Inhumans, el Franklin y la Valeria adultos que vienen del futuro, el Wizard y mucho más. Acá el guionista aprovecha el espacio extra para ahondar en los personajes y sus vínculos, a veces para enfatizar el dramatismo de lo que está contando, y a veces para descomprimir un poco, para recordarnos que -a pesar del tono épico y grandilocuente del relato- estos tipos y minas son seres humanos, que se equivocan, se enojan, se ríen, se enamoran... Hay muchas escenas memorables en estos números, muchos diálogos logradísimos que nos ayudan a entender mejor a personajes complejos como Black Bolt, Crystal, el Wizard, su hijo/clon Bentley, e incluso al propio Franklin, a quien -me atrevo a afirmar- nadie escribió mejor que Jonathan Hickman.
En la faz gráfica, Nick Dragotta cumple y dignifica con una estética que abreva en Jack Kirby y Steve Ditko, pero los moderniza al aprovechar la gran ventaja de trabajar con un guionista que a) pide pocas viñetas por páginas y b) mete poco texto en cada viñeta. En uno de los episodios lo reemplaza un poco destacado André Araujo y en otro la rompe toda un lujoso Gabriel Hernández Walta. Gran cierre para FF y para el inolvidable paso de Hickman por la vida de Reed, Sue, Ben, Johnny y los suyos.
Prometo volver pronto con más historieta brazuca, pero hoy tengo un comic uruguayo, publicado en 2024. El dibujante es argentino pero es una historieta que primero se serializó en una revista uruguaya y después se recopiló en una editorial uruguaya, escrita por un mexicano/uruguayo. Sí, Rodolfo Santullo se vuelve a reunir con Marcos Vergara y el resultado es Primera Edición (un misterio montevideano). Una vez más, la dupla se florea a la hora de retratar situaciones cotidianas, y por suerte el guion es rico en momentos en los que la comedia costumbrista le roba el protagonismo a la aventura. El misterio, que se nutre de elementos reales y mitos que circulan hace décadas por la capital del país hermano, está bien llevado y tiene el suficiente atractivo como para justificar el hecho de que gente común y corriente, sin pasta de héroes, ni de detectives, se vean subyugados por él y quieran resolverlo. Pero a mí lo que más me gustó es la interacción entre los personajes, esos diálogos irónicos que suenan 100% creíbles al oído rioplatense y nos hacen sentir que esto que le pasa a Leopoldo y sus amigos nos podría pasar también a nosotros.
No quiero ahondar mucho en la trama para no spoilear (el libro salió en Septiembre, hace relativamente poco), así que es momento de hablar (una vez más) del dibujo de Vergara. Me queda claro que Marcos sintió a esta aventura tan real y tan cercana como yo, o incluso más, porque le puso al protagonista sus propios rasgos, y a su esposa Silvina los de su esposa, Silvana. Además de dibujante, Marcos es bibliotecario como Leopoldo, así que seguro se sintió muy identificado con el personaje. El trabajo del oriundo de San Nicolás es sumamente expresivo, con un trazo muy fluido, un tratamiento sutil y precioso del color, pocas pero buenas escenas de acción, y la extraña pero acertada decisión de dibujar los ojos de los personajes sin pupilas, como hacía Harold Gray en Little Orphan Annie.
El libro tiene 88 páginas de las cuales solo 64 son de historieta, lo cual para mi gusto es un disparate. Nos están cobrando por 24 páginas de las cuales dos son un texto bastante interesante de Santullo y el resto no nos aporta absolutamente nada. Ojalá que Loco Rabia, o alguna editorial argentina, incorpore Primera Edición a su catálogo para que circule en nuestro mercado, y le haga una poda a todas esas carátulas y páginas en blanco que solo ocupan lugar y encarecen al producto.
Nada más, por hoy. Vuelvo a la Comiqueando Digital, a ver si legamos a lanzarla a fines de Junio. Gracias y buen finde para tod@s.
Etiquetas:
Fantastic Four,
Jonathan Hickman,
Marcos Vergara,
Nick Dragotta,
Rodolfo Santullo
martes, 13 de mayo de 2025
MARTES DE HISTORIAS CORTAS
Anoche me desperté tipo 5 AM y no me podía volver a dormir, así que prendí la luz y me puse a leer historietas. Así es como tengo estos dos libritos para reseñar hoy acá.
Mack & Tierra de Monstruos recopila en un único tomo dos series menores (por lo menos en cuanto a la repercusión que obtuvieron en su momento) de la dupla integrada por Carlos Trillo y Gustavo Trigo. Mack consta de cinco episodios, siempre con la misma protagonista, y es un clásico policial duro, con la novedad de que las mujeres actúan como normalmente lo harían los hombres, y viceversa. Los estereotipos se invierten y Mack es una especie de "Harry la Sucia", una caricatura de los policías/ detectives de las típicas series y películas de Hollywood. El trazo de Trigo enfatiza el grotesco de los guiones de Trillo. Este es el Trigo de la línea muy fluida, combinada con las manchas muy densas para lograr un estilo que le permitía al autor despachar muy rápido cada página. Se ve muy presente la influencia de José Muñoz en esa búsqueda de un claroscuro extremo y muy expresionista, y el propio Trigo se hace cargo al dedicarle uno de los episodios al dibujante de Alack Sinner.
Visualmente, esto es raro y bastante atractivo. Los guiones no son todos igual de buenos, pero dentro de todo, no hay ninguno que dé vergüenza ajena. Para pasarla bien simplemente hay que estar familiarizado con la vertiente satírica y mala leche de Trillo, y entrar a la aventura sin esperar ningún tipo de vuelo poético ni subtexto filosófico. Realizada a mediados de los ´80 (con Carlos en Buenos Aires y Gustavo en Roma), Mack nos ofrece tiros, violencia, sexo, corrupción, la clásica ironía de Trillo y no mucho más.
Inmediatamente después tenemos las seis historias cortas de Tierra de Monstruos, que me habían fascinado cuando las leí de pendejo en las páginas de la Creepy española. ¿Qué hacemos con los distintos, una vez que les pusimos el rótulo de "monstruos"? ¿Nos burlamos de ellos, les tememos, o los cagamos a palos? Trillo ensaya estas tres respuestas en las tres primeras historias autoconclusivas, de las cuales mi favorita es "Baile de Disfraces". Después sube la vara con otras tres: la gloriosa "Memorias de un Triunfador", acerca de un tipo que la rompe toda en el mundo de las revistas porno por fotografiar cadáveres de mujeres en poses eróticas, la escalofriante y perturbadora "El Señor Augusto", y la tremenda "Click". Estas tres últimas son verdaderas joyas de la abyección moral.
En Tierra de Monstruos vemos al Trigo que dibuja en un estilo más clásico, similar al de sus trabajos para las revistas de Record (vimos La Maga el 30/12/22). Acá hay un laburo descomunal en cada página, sumado a la habitual solvencia del autor para el armado de las secuencias. Al reproducirlas en un tamaño más chico que el de la Creepy, algunas de esas páginas con 10 viñetas se ven muy abigarradas, pero igual se disfruta muchísimo el dibujo de este talentoso maestro del blanco y negro.
En uno de los episodios de Tierra de Monstruos aparece un diálogo que se repite en dos viñetas consecutivas, pero me parece que es un error que esta edición arrastra de la publicación en Creepy, porque todos los diálogos de esta serie están escritos en castellano de España... lo cual, por supuesto, no me convence. No costaba un carajo re-rotular las historietas en las que aparecen expresiones como "sed buenas, tomad un caramelito"... que seguramente Trillo escribió en castellano rioplatense y alguien de la redacción de Creepy modificó para la edición española. Nada, un detalle muy menor en este necesario rescate de una gran serie como fue Tierra de Monstruos.
Sí, soy un caprichoso. En vez de leer 21st Century Boys, que está ahí, en el pilón de los pendientes, "pierdo el tiempo" con un recopilatorio de historias cortas de Naoki Urasawa, una especie de secuela, o coda, al tomo que vimos el 25/07/19. ¡Achís! recopila parte de la obra dispersa del ídolo, toda posterior a 1995, es decir, toda realizada en el estilo maduro del autor, el que tanto disfrutamos los que leímos Monster y 20th Century Boys, entre otras. Por si faltara algo, varias de estas historias están realizadas a todo color (un rubro en el que Urasawa se luce a niveles apabullantes) y casi todas... ¡tienen buenos guiones! Excepto esas anécdotas del mundo del rock, que resultan casi ilegibles por la tipografía de mierda que les puso Planeta cuando las editó en castellano, las demás historietas son realmente buenísimas. El tomo arranca con la genial "Damiyan!", una comedia grotesca y mala leche, que podría haber escrito tranquilamente Trillo. Pero después viene "¡Lanza apuntando a la luna!", que es incluso mejor. Y la de "Henry y Charles", que es un homenaje desopilante a los dibujos animados. "Reino de Kaiju" también me pareció divertidísima, con un planteo limado y personajes muy copados. Para el cierre, Urasawa se guardó una joyita a todo color: la breve pero fabulosa "Solo Mission", que está dibujada en el sentido de lectura occidental.
Nada, no quiero ahondar en las tramas, porque son todas historias breves, con argumentos bastante sencillos. Pero muy bien logradas, con situaciones imprevistas, buenos personajes (Demiyan, Lenny Zinnemann, el gordo francés fanático de los kaijus...), buenos diálogos y -como siempre- con esos dibujos fastuosos, potenciados por un color exquisito. Casualmente las historietas que no me atraparon (que por suerte fueron las menos) son las que están dibujadas con menos pilas, en un estilo más suelto, más rápido. Se ve que Urasawa entendió que algunos de los guiones tenían el potencial suficiente para convertirse en pequeñas obras maestras, y ahí no falló: puso todo y logró páginas realmente memorables. Una pena que Ivrea no publique los libros de historias cortas de Urasawa, porque acá hay papa muy fina, a años luz de las penurias que nos infligió el sensei al estirar hasta el infinito sus obras más extensas.
Nada más, por hoy. Sigo avanzando con el nº11 de la Comiqueando Digital y prometo volver ni bien tenga más libros leídos. Gracias y hasta entonces.
Etiquetas:
Carlos Trillo,
Gustavo Trigo,
Naoki Urasawa
sábado, 10 de mayo de 2025
SÄBADO HISTÓRICO
No es que sea una fecha realmente memorable, por ahí lo más importante de hoy es el partido de Racing, que todavía no empezó y no tengo idea cómo va a salir. Pero es un sábado histórico porque tengo para comentar dos obras muy basadas en el contexto histórico en el que están ambientadas. Ahí vamos.
Pude conseguir el Vol.2 de Britannia, esa interesantísima serie de Valiant cuyo Vol.1 habíamos visto acá el 07/10/19. Me veo tentado a repetir mucho de lo que ya dije en la reseña del Vol.1, pero no lo voy a hacer, simplemente los invito a leerla o repasarla.
Peter Milligan y Juan José Ryp nos invitan a acompañar a Antonius Axia, el único detective del antiguo Imperio Romano, en otra aventura muy violenta, muy sangrienta, en la que -a diferencia de la primera vez- el elemento sobrenatural no está tan presente, o por lo menos no cobra el relieve que cobraba en aquel Vol.1. De nuevo hay peligros muy extremos, de los cuales es casi ilógico que Antonius salga ileso, pero esta vez zafa de un modo un poco más creíble. Y lo que se repite es la caracterización de Nerón como un emperador perverso, caprichoso y un toque desequilibrado (le falta la campera de cuero para parecerse a uno que pulula por estos pagos) y el trabajo que hace Milligan para obtener un inagotable jugo dramático de algo que otras ficciones históricas naturalizan, como es el rol absolutamente postergado de la mujer en este período histórico. En este segundo arco de Britannia, de nuevo van a ser las mujeres las que motoricen la historia, y las que se luzcan tanto en roles de aliadas de Antonius como de antagonistas del detective.
Por su menor ambición, por su carácter menos épico, este segundo arco me gustó bastante más que el primero. Y tal vez tenga que ver también con el hecho de que uno ya conoce mínimamente a dos de los personajes centrales (Antonius y Nerón). Como siempre, la prosa de Milligan está afilada, y el guionista es generoso en materia de diálogos picantes. Pero lo mejor es cómo nos explica un montón de cosas acerca de la sociedad, la política y la religión en la antigua Roma sin ponerse didáctico, sin entorpecer la narración con textos explicativos o diálogos que subrayen o expliciten demasiado esta data que al lector promedio de historietas de aventuras (y encima de Valiant) probablemente le falte.
El dibujo de Juan José Ryp es excelente, exuberante, tan completo, tan detallado, que lo único que hubo que hacer fue reventar los lápices en el Photoshop y dárselos así, sin entintar, al talentoso colorista Frank D´Armata. Que también podría no estar, porque la verdad es que todo lo realmente importante para entender y disfrutar de la historia ya lo había puesto Ryp en el dibujo. Pero el color potencia algunos climas, algunos efectos... y queda lindo. Destaco una vez más el laburo de Ryp en la documentación y en la planificación de las secuencias, dos rubros en los que Britannía te pasa por encima, sin piedad. Y además la expresividad de los personajes, en un relato donde las emociones son sumamente importantes. No sé si hay más sagas de Britannia, pero esta (de 2017) es prácticamente una gema en la corona del inmenso Peter Milligan.
Cumbe se dio a conocer en Brasil en el 2014, pero yo conseguí la edición ampliada, la de 2018, que trae más bocetos, más textos y un glosario en el que se explican algunos términos que usan los personajes. Este libro, publicado y galardonado en medio mundo y desconocido en Argentina, contiene cuatro historias cortas escritas y dibujadas por el notable Marcelo D´Salete, todas ambientadas en Brasil, en la época en la que los traficantes de esclavos traían a Sudamérica a centenares de personas capturadas en Congo o Angola, para trabajar como esclavos en las plantaciones de los grandes latifundistas europeos (o descendientes de europeos) que se dedicaban a la agricultura o la ganadería en el nuevo continente.
Las cuatro historias giran en torno a la búsqueda de la libertad por parte de estos hombres y mujeres explotados, ultrajados o maltratados por los europeos. Estamos en un punto en el que unos cuantos ya lograron escaparse de las haciendas y nuclearse en pequeñas tribus en las selvas de Brasil, donde de alguna manera tratan de retomar las tradiciones que conocieron en África, desde la religión hasta la caza y la pesca. Pero claro, acá tienen muy cerca a un enemigo sumamente despiadado y letal, que son los blancos, convencidos de que los negros son objetos de su propiedad y dispuestos a matar a aquellos que huyen del yugo.
Las historias de D´Salete (descendiente de africanos) son durísimas, desgarradoras, por momentos muy crueles, muy violentas, pero con ciertos resquicios por los que aparece cada tanto un vuelo poético muy conmovedor. Son historias de rebelión, de coraje, también de pérdidas trágicas, amores imposibles y apuestas demasiado riesgosas en pos de una felicidad que nunca es completa. No quiero explicar de qué va cada una de las historias, pero sí subrayar que D´Salete las narra de manera muy descomprimida, con pocas viñetas por página, con muchas secuencias mudas y muchos recursos para que el lector se sienta inmerso en estos relatos y los sufra casi en carne propia.
Con tantas escenas mudas y con pocos cuadros por página (a veces, también hay páginas de 10 y 12 viñetas) cobra mucha relevancia el dibujo... y pasa algo muy extraño, que es que a D´Salete le funciona un truco que en general sale mal: la combinación de varias técnicas de entintado distintas en un mismo dibujo. El brasileño combina plumín, pincel, grandes manchas negras, texturitas logradas con trazo muy fino, esfumados, efectos logrados con esponjas, sombreados de pincel seco al estilo José Muñoz o Lorenzo Mattotti... cosas que normalmente no se combinan con tanta armonía como la que vemos acá. D´Salete nos ofrece un menú muy amplio de tècnicas basadas en el blanco y negro, todas pensadas para retratar de modo potente y expresivo las atrocidades que nos cuentan los guiones. Y le quedan páginas tensas, vibrantes, de una expresividad sobrecogedora.
En Argentina, conocimos a Marcelo D´Salete gracias a la edición de Noite Luz que nos trajo el recordado sello Ex Abrupto, pero no hay señales de que nadie quiera publicar una obra del mismo autor MUCHO más lograda que aquella de 2008.
Nada más, por hoy. Me pongo a ver el partido de Racing y después me voy un rato a la Feria del Libro. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog.
Etiquetas:
Juan José Ryp,
Marcelo D´Salete,
Peter Milligan
miércoles, 7 de mayo de 2025
MIERCOLES DE PEDAGOGÍA
Hoy tengo para reseñar dos libros de autores que -me parece- en Argentina tienen menos fans que la leucemia. Esta entrada se va a comer un inevitable "0 Comments", pero es mi humilde granito de arena para que aunque sea la gente que me lee en este espacio sepa que este material existe y que está buenísimo. No le vamos a cambiar la vida a nadie, no van a salir ocho editores a disputarse los derechos para publicar estos libros en nuestro mercado, pero por ahí alguien se interesa como para conseguir este material y disfrutarlo.
Empiezo en Italia, principios de los ´90, cuando el guionista Ottavio De Angelis y la dibujante Anna Brandoli crean a Paolo Dominici, un aventurero medio cínico, cancherito y con talento para meterse en kilombos. Fieles al molde Corto Maltés, los autores sitúan la aventura en un lugar y un tiempo concretos: el propio título de la obra es Cuba ´42, y toda la historia transcurre en La Habana, en plena Segunda Guerra Mundial. Esta no es la Cuba de Fidel Castro, sino la de Fulgencio Batista, la que funcionaba como un enclave/ prostíbulo de Estados Unidos y atrasaba tanto que en 1942 parecía una remake de una ciudad yanki de 1920.
Dominici se va a ver enredado en una trama de espionaje muy interesante, con los nazis al acecho, y con un movimiento medio underground que busca sacarse de encima a Batista. Para ponerle picante al asunto, aparecen un escritor yanki, alcohólico y carismático que peleó en la Guerra Civil Española, al mejor estilo Ernest Hemingway (de hecho, podría ser el mismísimo Hemingway) y una mulata llamada Teresa que hipnotiza a los varones con sus encantos. En apenas 46 páginas, el guion de De Angelis pega varios giros sorprendentes, desarrolla bastante a un puñado de personajes y le saca un provecho notable a toda esta situación política compleja, fértil para la épica pero también para la traición más artera. Es un gran guion, con un ritmo encomiable, que le hubiese encantado escribir a Hugo Pratt, aunque el Tano lo habría estirado innecesariamente, en una de esas al doble de páginas.
Ya desde la portada, Pratt es la referencia central a la hora de hablar de la corriente estética en la que se inscribe el dibujo de Brandoli. Sobre una estructura básica 100% prattiana, la autora mete también cosas de Baru, José Muñoz, Jacques de Loustal y del Lorenzo Mattotti de la primera época. El resultado es brillante, una cátedra de narrativa fulminante, apoyada en un manejo sublime del claroscuro. Nunca había leído otras obras de Anna Brandoli, pero con esta me alcanza para hacerme fan a muerte. Lo único que no me sedujo (pero esto ya es medio un toc mío) es que Cuba ´42 oscila entre las páginas divididas en tres tiras y las divididas en cuatro. Me hubiese gustado más una grilla que se mantuviera lo largo de las 46 páginas, ya sea de tres o de cuatro tiras. Por supuesto que la impronta de Hugo Pratt está mucho más presente en las páginas de cuatro tiras que en las de tres...
Tengo entendido que hay por lo menos una aventura más de Paolo Dominici, inédita en castellano. Ojalá la pueda conseguir algún día. Si no, cualquier otro trabajo de Anna Brandoli también me viene bárbaro, porque este lo disfruté un montón.
Sigo con mi cruzada quijotesca para que los lectores de habla hispana descubran y enloquezcan con Pearls Before Swine, la gloriosa tira diaria de Stephan Pastis, que aparece en los diarios de EEUU hace ya casi 25 años. Esta vez conseguí un librito llamado Larry in Wonderland, que recopila las tiras originalmente publicadas entre Agosto de 2009 y Mayo de 2010.
No tengo mucho para agregar respecto de lo que ya comenté cuando vi otros libros de Pearls Before Swine (11/03/14 y sobre todo 06/04/23). Acá todavía tiene mucho protagonismo Zebra, que más tarde se va a replegar a un rol mucho más chiquito, acá Pastis ya se incorporó a la tira como personaje, y si hay que detectar alguna temática que aparezca con fuerza en este período, yo creo que son dos. Por un lado, esa novedad del 2009-10 que eran Facebook, YouTube y el "cualquier cosa, googlealo". Pastis tiene mucho para decir acerca de esa tendencia, y es todo MUY gracioso. Y por otro lado, en 2009 todavía estaba fresquito el gobierno del impresentable borracho-genocida-retrasado mental George W. Bush, y hay muchos chistes que hacen alusión a la supuesta gesta heroica de las tropas estadounidenses en Medio Oriente y sus consecuencias espantosas para la pobre gente que vive ahí.
El resto es un poco lo que ya vimos: oscuridad, mala leche, reflexiones existencialistas que funcionan como una patada a la garganta del lector, violencia y abyección moral, en un contexto de joda donde también hay lugar para chistes pavotes, ingenuos o basados en juegos de palabras tan rebuscados que el propio autor se pasa factura a sí mismo. Porque además de opinar acerca de las otras tiras diarias (Dilbert, Ziggy, The Family Circus, Dennis the Menace, etc.), Pastis opina acerca de su propio trabajo y se verduguea a sí mismo sin piedad.
Pearls Before Swine carga con una cruz jodida, que es el muy limitado talento de Pastis como dibujante, pero aún así es la mejor tira que nos han ofrecido los diarios yankis en lo que va del Siglo XXI. O por lo menos la que más me hace reir, así, con carcajada, no con sonrisita cómplice. Cuesta creer cómo estos animalitos dibujados así nomás, de manera minimalista, pueden decir tanto acerca de nosotros, nuestra sociedad, nuestros vínculos, nuestras contradicciones y esa grieta cada vez más extrema entre lo que queríamos para nuestras vidas y lo que terminamos por vivir una vez que caímos en la trampa de la vida adulta, el capitalismo, el amor de pareja y demás construcciones sociales que -desde la mirada desangelada de Stephan Pastis- son más engañosas que una campaña publicitaria para que votes a los candidatos del PRO. Banco a full a esta serie, y cada vez que vea un libro a buen precio, caerá inevitablemente en mis garras.
Y hasta acá llegamos, por hoy. Espero volver a postear pronto. Gracias y hasta entonces.
Etiquetas:
Anna Brandoli,
Ottavio De Angelis,
Pearls Before Swine,
Stephan Pastis
lunes, 5 de mayo de 2025
NOCHE DE LLUVIA
Llueve, es lunes, tenemos un gobierno de ultraderecha... Nada puede ser más desolador... Bueno, sí, podés ser hincha de Gimnasia... Vamos con un par de reseñas, a ver si levantamos...
Siempre le tuve ganas a Del Mismo Lado y recién hace un tiempito lo pude conseguir. Esta es una antología que armó la gloriosa editorial Toutain, con trabajos de los gloriosos Igor Kordej y Mirco Ilic, cuando Croacia todavía era parte de Yugoslavia y estos dos monstruos del Noveno Arte eran casi primerizos. Toutain juntó unas cuantas historias muy breves, en las que a veces Ilic trabaja como autor integral, y a veces escribe guiones para que los dibuje Kordej. Un rejunte de material totalmente anclado en su época (primera mitad de los ´80) que hoy nos resulta en poco alienígena, pero en 1987 era una carta de presentación más que atractiva para que el público hispanoparlante descubriera a autores yugoslavos que -a diferencia del más famoso, que era Enki Bilal- se habían quedado del otro lado de la Cortina de Hierro.
Para no entrar en detalles innecesarios, permítanme una generalización medio grosera: muy flojos los guiones. Salvo alguno que otro muy puntual, son de un nivel aceptable para un fanzine, para una publicación de aficionados. En general son ideas que desencadenan un despliegue visual atractivo, pero que cuentan historias medio bizarras, medio crípticas, o medio intrascendentes, todas muy marcadas por esa sensibilidad ochentosa del miedo al totalitarismo, a un futuro que pintaba funesto, a la escalada nuclear que iba a terminar con todos nosotros... Nada que no hayamos leído 50.000 veces, con la firma de guionistas muchos más afianzados que este Ilic tempranero.
Y la gracia está claramente en los dibujos. Cuesta diferenciarlos, es cierto, porque en esta primera etapa Ilic y Kordej compartían un universo gráfico en común... que por supuesto no habían inventado ellos, ni lo habitaban en soledad. Visualmente, esto está muy emparentado con el Moebius más sobrecargado de los años ´70, y con la estética ochentosa de los primeros trabajos de Miguelanxo Prado, o Das Pastoras, que sobrevivió hasta el Siglo XXI de la mano de autores como Guillermo Serafín (ver reseña del 05/09/12). En la forma que utiliza para narrar historias mudas, Ilic tiene también algo de Paul Kirchner. Y en Kordej se ve algo de la magia del mejor período de Solano López, que coincide con el momento en que se realizaron estas historietas.
En materia de dibujo, no se nota para nada que Ilic y Kordej eran autores incipientes. Sí hay indicios de esto en la puesta en página, porque -como suele suceder en los historietistas novatos- a veces quieren narrar mucho en poco espacio y algunas páginas quedan sobresaturadas de viñetas, a su vez sobresaturadas de información visual. No tanto de texto, porque -astutamente- los ex-yugoslavos trataban de narrar sin palabras, para no complicarle la vida a los editores extranjeros que quisieran comprarles sus historietas. Más tarde, cuando ya se habían ganado un lugar en la Heavy Metal, o en la Zona 84, se largaron a trabajar con guiones más elaborados, historietas más extensas y mucha más presencia del diálogo y el bloque de texto. Pero acá, como táctica bastante efectiva para cautivar desde lo visual al potencial lector que no entendía los idiomas que se hablaban en la ex-Yugoslavia, eligieron callarse la boca, o incluso desarrollar un "alfabeto falopa" con caracteres indescifrables, para que los personajes hablaran en un algo que visualmente se ve como un idioma, pero no tiene traducción.
Del Mismo Lado, entonces, funciona como un Año Uno, una historia de origen de Mirco Ilic e Igor Kordej, ideal para conocer sus primeros trabajos y ver cómo ya con menos de 25 años se dibujaban la vida. Los motivos por los que hoy son capos consagrados a nivel global no están en este libro, pero algo se intuye.
Nos vamos a EEUU, a mediados de los ´90, para completar el repaso por Batman & Robin Adventures, la segunda serie de comics basados en la mítica serie animada del murciélago. Este tercer tomo compila los últimos siete episodios de la colección, y el segundo Annual. Veamos con qué nos encontramos.
En el primer episodio (nº19), Ty Templeton hace trampa y pone en el foco a un personaje que nunca apareció en la serie animada: The Huntress. Todo el guion es un refrito del origen de la heroína, trágico y oscurísimo, pero ambientado en el mundo de BTAS. Acompañan los dibujos aceptables de Brandon Kruse, y los colores, de nuevo muy estridentes, de Linda Medley. El mismo equipo creativo vuelve con un muy buen episodio, más livianito, de nuevo centrado en Batman y Robin, con bastante humor y mucho peso en la trama para la policía de Gotham. Después tenemos un numerito bastante menor de Batgirl contra el Riddler, con muy buenos dibujos del maestro Joe Staton, que se anima a alejarse cada vez un poquito más del molde visual impuesto por la serie animada.
Después, Templeton se despacha con dos buenos guiones, enfocados en los villanos y con roles menores para Batman y Robin. Primero (junto a Kruse) le dedica un buen episodio a Two-Face, y después, junto a Bo Hampton, pone el foco en Killer Croc, en otro número memorable. Llega el turno del Annual 2, donde hace su única participación en los comics Hilary Bader, una guionista que supo dejar su marca en la serie animada, donde firmó grandes episodios. Acá cuenta una historia interesante, pero un toque estirada, y se ve ampliamente beneficiada por los dibujos de un Staton al que ya le dejaban hacer cualquier cosa, sin ajustarse demasiado a la estética de los dibujos animados.
Algo similar pasa con Bo Hampton, quien va a dibujar los dos números finales en un estilo que está emparentado con el de BTAS, pero un poco menos que el de otros dibujantes que pasaron por esta serie (y su antecesora). En el nº24 tenemos el breve regreso de Kelley Puckett, con un muy buen episodio centrado en Poison Ivy (de nuevo con un rol muy chiquito para Batman). Y para el cierre, Templeton y Hampton nos traen un episodio extra-large de 38 páginas, en el que el Dúo Dinámico confronta una vez más con Ra´s al Ghul. Es una aventura con pretensiones épicas, pero -si bien tiene momentos impactantes- no es una gema, ni mucho menos. Ya está: no jodemos más con comics basados en la serie animada de Batman, aunque seguramente vamos a volver a visitar Gotham en un futuro no muy lejano.
Nada más, por hoy. Ya estoy en pleno descenso hacia los abismos de la fecha de cierre de la Comiqueando Digital, así que voy a poder leer cada vez menos comics... pero ni bien pueda, reaparezco por acá con nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.
Etiquetas:
Batman,
Igor Kordey,
Mirco Ilic,
Ty Templeton
jueves, 1 de mayo de 2025
FERIADÍSIMO
1º de Mayo, Día de l@s Trabajador@s, feriado global y encima esta noche tengo entradas para el concierto de Simple Minds, acá, a ocho cuadras de mi casa. Podría tranquilamente hacerme el boludo y no postear en el blog, dedicarle este rato a ver otro episodio de El Eternauta, o la adaptación de El Combate de los Jefes, o alguna otra gema de las que ofrece la querida Cuevana. Pero hoy en un mundo más justo estaría soplando las 82 velitas el inmortal Carlos Trillo, y justo ayer terminé de (re)leer una de sus obras más gloriosas, así que acá estamos.
Allá por 1981-82, cuando las historias de Buscavidas se publicaron originalmente en las páginas de SuperHum®, yo era muy pendejo y probablemente no me habrían interesado los guiones de Trillo, o me habrían ahuyentado los dibujos de Alberto Breccia. Yo soy de lo que flashearon fuerte con Buscavidas cuando Doedytores la recopiló en dos álbumes, allá por 1993-94. Hoy pude tirar a la mierda esos libritos finitos, impresos así nomás, porque felizmente hay una nueva edición de Buscavidas, en un solo tomo, mucho más cuidada, con un prólogo magnífico de Fernando Ariel García y con el agregado del episodio que no salió ni en SuperHum® ni en las recopilaciones de los ´90.
Para que nos ubiquemos fácilmente, en la continuidad de la obra de Trillo y Breccia esto viene justo después de las historias cortas que vimos acá el 22/05/14. Pero en Buscavidas la química entre los autores funciona mucho mejor. En vez de mezclar 170 técnicas distintas, Breccia se juega todo al claroscuro e instala todo el contexto visual de la serie en el terreno del grotesco más extremo, más granguiñolesco que podamos imaginar. No deja de ser vanguardia, no deja de experimentar, sorprende con el uso de tipografías y de recortes de publicidades de revistas antiguas, lleva al límite (y más allá) su impronta expresionista, y aún así se lo ve mucho más compenetrado con los guiones, más decidido a poner al dibujo al servicio del relato.
Trillo sintoniza rápidamente la frecuencia en la que quiere trabajar el maestro, y responde con historias repletas de ironía, mala leche, reflexiones amargas y situaciones en las que los personajes descienden sin el menor reparo a las fosas sépticas de la depravación moral. Buscavidas no protagoniza las historias, sino que las escucha, las vampiriza y las remata con ácidos comentarios que cierran cada una de las entregas, todas totalmente autoconclusivas. Obviamente en un libro con 14 historietas no todas son igual de buenas, pero el nivel general es realmente superlativo. La línea que baja Trillo es sutil e implacable, como la forma en que nos invita a cuestionar ideas que tienen que ver con el éxito, el poder, la belleza, la moral, incluso la cordura. Valores que -en aquellos años oscuros- pocos autores se animaban a poner en tela de juicio, y menos a burlarse de ellos. Trillo y Breccia logran una caricatura grotesca y sumamente eficaz de la sociedad de esos años, cargada de miedos, silencios y prejuicios, y lo hacen en historias que -además- están buenísimas. ¡Y los diálogos! Trillo nunca le escapó al uso de los localismos e informalismos propios del Río de la Plata en sus historietas, pero probablemente Buscavidas sea su obra más arriesgada en ese sentido, la que más apela al lunfardo, y la que tiene diálogos que nos suenan más cercanos al oído de los porteños.
El resultado de todo esto es una auténtica belleza, la demostración contundente de que en ocho páginas se pueden contar historias de gran potencia, y además jugar a fondo desde lo visual. Si vas a leer una sola obra de Carlos y Alberto, tiene que ser Buscavidas.
Y hablando de genios del claroscuro, leí Rey Rosa, un trabajo muy breve del asombroso David B., publicado en 2009 en Francia y 2010 en España. Son apenas 44 páginas en las que el autor nos cuenta una historia muy simple, basada en una obra de Pierre Mac Orlan: básicamente, un barco pirata tripulado por esqueletos de bucaneros muertos hace décadas (o siglos) vaga por los mares en busca del descanso final. Están muertos, pero sus vidas continúan, y ellos quieren ponerle fin de una puta vez. En medio de esos viajes, siguen atacando barcos tripulados por gente viva, y en uno de esos abordajes encuentran a un bebé, al que adoptan y llevan al barco pirata. ¿Cómo vive y cómo crece un bebé en un navío tripulado por esqueletos de piratas muertos? Eso es lo que cuenta el álbum en las 18 páginas finales. Hasta ese punto, Rey Rosa es más una descripción que un relato.
El clima se acerca bastante al de un cuento de hadas, no hay mucha explicación de por qué los piratas siguen vivos, ni por qué este barco asoma solo de noche y de día navega por abajo del agua, ni por qué el bebé no se ahoga cuando el barco se sumerge... Es todo un delirio muy entretenido, con mucho humor y mucha imaginación. Y el final... bueno, es el típico de las historias en las que un nenito crece fuera de su ámbito natural, no muy distinto del de -por ejemplo- The Jungle Book de Rudyard Kipling. Lo bueno es que acá casi no importa el final, lo interesante es el viaje.
Y por supuesto, el dibujo y la puesta en página de un David B. inspiradísimo, que nos regala una verdadera salvajada visual repleta de hallazgos. Su trazo vigoroso le pone aún más onda y más expresividad a lo limado del planteo, y le sube el nivel de bizarreada y de encanto surreal. El propio David B. es el responsable de colorear estas páginas, y la verdad que el color es precioso, pero podría tranquilamente no estar, porque el trabajo de línea, mancha y texturas que realiza el autor es sublime. Lástima que es una obra muy cortita, porque tanto el tema como la estética de Rey Rosa resultan perfectos para una adaptación fílmica, ya sea en dibujos animados o en stop-motion. Me la re imagino con movimiento y sonido, sobre todo con stop-motion tipo Nightmare Before Christmas, y deliro de emoción. Así como está, en esta iteración de papel y tinta, lo único que no me copó de Rey Rosa es que se termina rápido. Me doy cuenta de que no había mucho más para contar, sobre todo por lo que señalaba acerca de que el relato propiamente dicho cobra rumbo recién cuando faltan 18 páginas para el final... pero verlo a David B. dibujar a este nivel siempre dan ganas de que las historias duren el doble, el triple, 10 veces más...
Y nada más, por hoy. Disfruten el feriado y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
Etiquetas:
Alberto Breccia,
Carlos Trillo,
David B.
martes, 29 de abril de 2025
THUNDERBOLTS
Uh, qué duro esto...
A ver cómo explico lo que me pasó con esta película. Como siempre, llegué al cine sin tener la menor idea de lo que iba a ver. Para mí, Thunderbolts era... pongámosle una segunda marca del Suicide Squad. En los primeros 15 minutos, me pareció que la película me iba a gustar, que iba a ir en un in crescendo grosso. Después se amesetó y creo que en los últimos... 40-45 minutos la pasé realmente mal.
VAMOS CON LOS SPOILERS
La película se va a la mierda cuando Sentry se transforma en Void. De ahí en más, se convierte en la nada misma. Ya es obvio que "los buenos" no tienen forma de ganarle, por lo menos en la lógica superheroica de "a ver quién pega más fuerte" y la película entra en esa espiral descendente que consiste en sacar de escena al personaje más interesante (Valentina Allegra De Fontaine, gran interpretación de Julia Louis.Dreyfus) y jugarle todas las fichas al chamuyo psicológico tipo libro de autoayuda: "Dale, vos podés, no estás solo..." y bla-bla-bla. Nada de lo que pasa entre que Sentry se transforma en Void y la reaparición de Valentina tiene ningún sentido, ni me generó el menor interés. Y dentro de ese largo segmento del film, casi me duermo con el diálogo soporífero e interminable entre Yelena y Alexei en el medio de la calle. Juicio y castigo al guionista que nos infligió ese bodrio.
Veamos un poco personaje por personaje, a ver si ayuda a entender qué cosas no funcionan en la película.
Yelena/ Black Widow: el mejor personaje, el que tiene más tridimensionalidad, el mejor explicado, el que uno como espectador más entiende y más quiere que le vaya bien. Gran actuación de Florence Pugh.
Bucky/ Winter Soldier: Nada, ya lo conocemos, tiene muchos años de militancia en el MCU y es difícil que los guionistas se manden cagadas a la hora de escribir a un personaje tan redondo. Acá se le suma una faceta más, que es la de su dudosa habilidad para la política.
Alexei/ Red Guardian: Insufrible de punta a punta, cada vez que abre la boca lo querés estrangular. El peor comic relief que me tuve que fumar en muchas, muchas pelis de Marvel. Le ponía muchas fichas para que muriera durante la misión, pero no: llega vivo al final y hasta hay que soportarlo en las escenas post-créditos (hay dos).
John Walker/ USAgent: Me cayó pésimo en la serie de Falcon & Winter Soldier y acá los guionistas se esmeran para que te resulte un poquito más querible. De todos modos le falta profundidad, desarrollo y su rol en la trama es tan menor, que podría tranquilamente no estar.
Taskmaster: No quiero contar lo que hacen con este personaje, pero es brillante. Probablemente lo que más me gustó de toda la peli.
Robert Reynolds/ Sentry: Un personaje inmanejable e inexplicable. Ya el solo hecho de que reciba todos esos poderes de manera artificial, a través de experimentos científicos, rompe por completo el verosímil. Me parece que si llegó vivo al final es porque lo van a usar para sacrificarlo en el final de una futura saga más épica que esta.
Ava Starr/ Ghost: No se entiende qué hace ahí. Un personaje 100% de relleno, sin la menor injerencia en la trama, sin profundidad y sin desarrollo.
Valentina Allegra De Fontaine: El mejor personaje de la película, la responsable de que esto no sea un Suicide Squad de la B, simplemente porque su peso en la trama es infinitamente superior al que tuvo Amanda Waller en las pelis del Squad. Esta Valentina hace cosas que la de los comics no haría jamás, pero se pone la película al hombro y nunca pierde el control.
En general, me animo a decir que la película no vale la pena. Son 126 minutos que se hacen eternos, con recursos que ya me tienen las pelotas por el piso como las persecuciones de autos (lo menos comiquero del mundo) y las peleas contra soldaditos armados hasta la chota a los que los protagonistas despachan como si fueran alumnos de un jardín de infantes. Obvio que en un punto es injusto juzgar a Thunderbolts como algo que existe en sí mismo, por fuera del conjunto, de este tapiz de relatos que nos está mostrando el MCU. Toda la movida de Valentina, y buena parte de lo que le pasa al resto de los personajes, se inscribe en el marco de una trama mucho mayor, una especie de novela-río que no sabemos bien para dónde va, y que -lógicamente, debido a la extensión en el tiempo y a la cantidad de gente que mete mano- tiene sus altas y sus bajas. Esta película es, sin dudas, una de las bajas. Valoro el esfuerzo que hacen los guionistas para que nos encariñemos con personajes que son menos que un cuatro de copas, pero por lo menos en mi caso, no lo lograron. Me quedo con el ritmo de la primera hora y monedas, con algunos chistes bien calzados, y con la figura excluyente de una Valentina cínica, mordaz y cautivante. Gran contrapunto para una Yelena demasiado emo, que no puede parar de sufrir, de torturarse con las culpas, de tomar decisiones de mierda... y que por una cuestión de necesidades del guion, va a ser realmente importante para frenar la hecatombe del final. Sí, la Black Widow suplente contra The Void. Una demencia total. Pero a alguien se le ocurrió que ese tenía que ser el pilar que sostuviera el tercer acto de la película... y acá estamos.
Nada, ya fue... ahora a esperar la peli de Fantastic Four, a ver qué onda. Creo que en el medio sale la serie de Ironheart, y bueno, le vamos a dar una oportunidad. Thunderbolts es un paso en falso, sumamente olvidable, y solo explicable en el contexto de un mosaico más en una construcción de un mural gigantesco como el que nos ofrece Marvel hace ya más de 15 años. Ya volverán los Avengers posta y toda esta fantochada será apenas un footnote, una anécdota bizarra en la historia de este alucinante universo fílmico. O no, qué sé yo...
lunes, 28 de abril de 2025
LAS LECTURAS DEL FINDE
Normalmente, los fines de semana baja bastante mi ritmo de lectura, pero esta vez se me acumularon dos libritos que quiero reseñar hoy.
Empiezo en Japón, año 1978, cuando la maestra Riyoko Ikeda produce un manga cortito, apenas 105 páginas, llamado Claudine. Se trata de una obra en clave dramática, con mucho énfasis en las relaciones sentimentales, centrado en un chico que nació en cuerpo de mujer. Claudine es el pibe perfecto, con un nivel intelectual asombroso, aptitud física notable, un carisma arrollador, una sensibilidad única y una conmovedora capacidad para brindarse a aquellas personas de las que se enamora. Pero claro, no tiene genitales masculinos, porque nació en cuerpo de mujer. Y como la historia transcurre alrededor de 1930-1935, se encuentra con una sociedad que no está preparada para aceptarl@ como varón. De esta situación salen los momentos más tensos de la trama que nos presenta Ikeda, pero además le agrega picante con personajes secundarios muy atractivos como Auguste (el padre de Claudine, que oculta secretos incómodos) y André, uno de los hermanos de la protagonista, quien le va a disputar el amor de Siréne, en un triángulo apasionante.
Al igual que en su obra más conocida (obviamente me refiero a La Rosa de Versalles), Ikeda elige ambientar su historia en Francia, pero esta vez en una época un poco más cercana, y en el seno de una familia que es de clase alta, pero está lejos de los lujos de la realeza que vimos en La Rosa.... El dibujo y la narrativa están totalmente en la línea de las obras con las que Ikeda se consagró en los años ´70 (mucho más sobre esto en una GRAN nota que publicamos en el nº9 de la Comiqueando Digital). Son innumerables los recursos gráficos que pone en juego la autora para potenciar las sensaciones y las emociones que nos quiere transmitir, para que nos enganchemos todavía más con los sucesos que nos narra. Tanto en los momentos más idílicos como cuando el mundo de Claudine parece venirse abajo, Ikeda refuerza los climas en el plano visual, ya sea desde el trazo (con una multiplicidad de técnicas y un dominio asombroso de las tramas mecánicas) o desde la puesta en página, que es bastante arriesgada para lo que se veía en los ´70 en las historietas románticas.
Pero quizás la clave esté en que Claudine no es una simple historieta romántica. Es más bien una indagación en la psiquis de un personaje que sufre disforia de género. No sé si en 1978 había otros comics acerca de la disforia de género, y ni siquiera sé si los profesionales de la salud ya la denominaban de esta manera. Nada de esto detiene a Ikeda, que explora esta condición a fondo, en una historia que se toma la problemática totalmente en serio. Hay amores, desamores, secretos, traiciones, celos, dramas familiares y hasta un incendio que se cobra la vida de... un personaje importante, pero el conflicto central siempre está entre las piernas de Claudine, que se siente varón, piensa y actúa como varón, se vincula con los demás como varón, pero al no tener genitales masculinos, no es exactamente un varón. ¿Cuánto condiciona nuestras vidas y nuestros vínculos esa dicotomía tan binaria como tengo pija/ tengo concha? Eso es lo que Ikeda se pregunta todo el tiempo y lo que motoriza una trama muy, muy ganchera. Ahora que el tema de la gente que nace con los genitales equivocados está mucho más visibilizado que antes, es un gran momento para leer esta breve obra maestra del manga setentoso.
Vuelvo con Deadly Class, una serie que tenía abandonada desde el 23/05/19, hace casi seis años. Me costó algunas páginas volver a engancharme con la historia que cuentan Rick Remender y Wes Craig, pero eso no aminoró el impacto de la cantidad de cosas zarpadas que pasan en el primer episodio de este Vol.3. Y después vienen episodios un poquito más tranqui, donde los personajes hablan más acerca de lo que les pasó, y ahí es más fácil recordar lo leído hace años, y de alguna manera volver a sintonizar la onda de la serie.
Deadly Class ofrece una versión totalmente desangelada de las historias de chicos y chicos de escuela secundaria. Es un retrato sórdido, ultra-violento, muy mala leche, de las vidas de pibes y pibas cuyas vidas están atravesadas por el abandono, la crueldad y la muerte. También hay sexo, drogas y boludeces, y abrumadoras dosis de lo que los yankis llaman "teen angst". Pero todo en un contexto muy sangriento, con tiros, cuchillazos y demás actos de cariño y amor. En este tomo puntual, Remender exacerba el descenso de Marcus (el protagonista) hacia las fosas de la desolación. En un punto, todos los personajes están jugados y tienen motivos para mandar todo a la mierda y romper definitivamente las reglas. Pero en el caso puntual de Marcus, Remender lo pone en una encrucijada que -sumada la bancarrota emocional y moral por la que atraviesa- solo puede terminar en un nuevo estallido de violencia con ruinosos resultados.
La serie está ambientada (por lo menos en estos primeros tomos) en 1988, y los autores aprovechan para meter referencias a la época, como la inminente llegada a la Casa Blanca del nefasto George Bush (padre) o el impacto entre los jóvenes estadounidenses de bandas británicas como The Smiths, Depeche Mode y The Psychedelic Furs. El dibujo de Wes Craig se basa en un claroscuro intenso, muy bien logrado, en el que se ven recursos de Eduardo Risso, Víctor Santos y hasta toquecitos de Paul Pope, sobre todo en los rostros. El color de Lee Loughride es muy lindo, pero la verdad que podría no estar, porque Craig resuelve todo muy bien con la pincelada y la mancha negra. Y entre muchos momentos excelentes, destaco la secuencia en la que Marcus alucina tras consumir hongos: ahí el dibujo se va al hiper-carajo y más allá, y lo vemos a Craig tirar unas magias loquísimas, como si de pronto se convirtiera en Scott Morse. Tengo en el pilón de los pendientes el Vol.4, así que no van a pasar otros seis años hasta que nos reencontremos con Deadly Class.
Y estas son las últimas reseñas de comics que vamos a tener en Abril. Mañana voy a ver la peli de los Thunderbolts, y seguro saldrá reseña martes o miércoles, así que atenti con eso. Y el miércoles a las 22:30 estoy en vivo en el canal de YouTube de Comiqueando, con una nueva emisión de Agenda Abierta. Espero volver a postear reseñas de comics durante el finde extra-large que arranca el jueves. Gracias y hasta pronto!
Etiquetas:
Deadly Class,
Rick Remender,
Riyoko Ikeda,
Wes Craig
jueves, 24 de abril de 2025
JUEVES DE AVENTURAS
Por fin me pude hacer un rato para reseñar las últimas lecturas...
Sigo descubriendo material del inverosímil Attilio Micheluzzi, y ahora cayó en mis manos una edición francesa de un comic que el maestro italiano publicó originalmente entre 1980 y 1981 en una antología de la península donde nacieron mis bisabuelos. Lo que más me sorprende es que este Marcel Labrume es muy cercano en el tiempo al Rosso Stenton que vimos hace poquito (19/03/25), pero se le parece muy poco. Aquella aventura se sentía muy prattiana, y esta conserva del glorioso Hugo una sola característica: Micheluzzi elige contar una ficción, ambientada en un momento MUY álgido de un conflicto que existió en la realidad, y para eso apela a una vasta documentación.
Marcel Labrume es periodista de un diario parisino y está en Beirut, capital de Líbano, en Septiembre de 1940, plena Segunda Guerra Mundial. En la ciudad se vive un clima espeso, con la presencia de alemanes, británicos, franceses, palestinos, judíos y por supuesto los propios libaneses, todos detrás de distintos objetivos secretos, como si fuera una partida de TEG. Las distintas facciones se espían, se operan, se atacan, todos desconfían de todos y se respira una atmósfera de peligros, traiciones y muerte. Y no, Micheluzzi no era tan buen guionista como para explicar todos estos conflictos y sacarles el máximo provecho en apenas 48 páginas. Porque además tiene que desarrollar a un protagonista, a una co-protagonista (que es bastante más que un interés romántico de Marcel) y a varios personajes secundarios. No tengo dudas de que Pratt lo habría hecho mejor, pero claro, se habría tomado 100 páginas en vez de 48 y habría metido no menos de nueve o diez viñetas por página en lugar de las siete que suele emplear Micheluzzi.
El resultado es un guion muy sobrecargado de elementos, en el que los personajes casi tropiezan unos con otros en la lucha por aparecer un poco más "en cámara" y explicar de qué juega cada uno. Por momentos, pareciera que el que sobra es el propio Marcel Labrume, y que la historia se desarrollaría de un modo más claro e intenso si sacáramos al periodista francés del medio. Para el final, cuando ya se cayeron unas cuantas máscaras y varios personajes se boletearon unos a otros, el argumento se encauza mejor y se hace más atractivo, pero hasta ese punto, la confusión le gana al disfrute.
Por suerte está el dibujo de Micheluzzi, que es espectacular. Como vimos la vez pasada, e autor reproduce algunos yeites del maestro Sergio Toppi. Pero la principal influencia gráfica en este álbum es claramente Alex Toth. También se ven cosas que remiten a Gustavo Trigo, a Cacho Mandrafina... pero la impronta omnipresente es la de Toth, que aparece en esos claroscuros extremos, esas composiciones, esas onomatopeyas. Y obviamente Micheluzzi también suma elementos de su propia cosecha, no es un mero pastiche de recursos tomados de otros artistas. Visualmente, este álbum es una fiesta, un catálogo de hallazgos pensado para deleitar a cualquier fan del blanco y negro y los estilos más o menos realistas. Incluso aunque el guion se enrede demasiado para llegar a buen puerto, el dibujo justifica completamente la inclusión de Marcel Labrume entre las obras notables de esa bestia que fue Attilio Micheluzzi.
Sigo con mi reencuentro con los comics basados en la serie animada de Batman de los ´90, y el tomo que tendría que reseñar ahora lo reseñé el 29/01/19. Así que sin más prolegómenos, le entro al Vol.2 de Batman & Robin Adventures. Acá lo más notable es el Annual 2, porque lo escribe Paul Dini. Incluso tiene unas poquitas páginas dibujadas como los dioses por Ty Templeton, que le saca mucha diferencia al resto de los dibujantes que meten mano en el tomo. Y después hay ocho episodios de la serie mensual, todos escritos por el propio Templeton, y en general bastante dignos. El mejor es el último del tomo, contra el Joker y Harley Quinn, repleto de situaciones y diálogos muy cómicos. El resto acompaña sin descollar, no hay ninguno que digas "esto es un bofe", ni ninguno para poner en el Cuadro de Honor. El de Deadman tiene una idea muy interesante, el de Man-Bat es casi una no-aventura, una de esas en las que el rol de Batman y Robin no es el del típico justiciero que debe impedir que el villano cometa alguna tropelía... pero nada demasiado destacable.
Para acompañar a Templeton en los dibujos, tenemos un solo episodio a cargo del correcto Dev Madan (a quien vimos entrar desde el banco de suplentes en la reseña del 11/04/25) y también un solo episodio dibujado por Joe Staton, en un estilo muy lindo, que no tiene tanto que ver con la estética de la serie animada pero es atractivo. El resto de las páginas quedan en manos de Brandon Kruse, otro dibujante normal, tranqui, que no molesta para nada, pero tampoco está ni cerca de Templeton, o de Mike Parobeck. La colorista de unos cuantos de estos episodios es la grossa Linda Medley, justo antes de romperla como autora integral con Castle Waiting, pero no... su trabajo en esta colección no me convence demasiado. No capta la atmósfera oscura de la serie animada, se zarpa en estridencia con rosas, amarillos y violetas muy fuertes... En el mismo libro hay otros dos coloristas, Lee Loughridge y Roberta Tewes, y ninguno me generó el ruido que me generan las paletas que elige Medley.
Me queda sin leer un solo tomo de B&RA, y no sé si llego a leerlo antes de fin de mes, pero lo voy a intentar, así en Mayo ya me meto con otras series.
Lógicamente, en Mayo voy a leer menos comics, porque se pone más exigente la producción del nº11 de Comiqueando Digital, pero siempre algo voy a poder reseñar, aunque sea de manera medio sucinta, acá en el blog. Gracias y nos reencontramos pronto.
Etiquetas:
Attilio MIcheluzzi,
Batman,
Paul Dini,
Ty Templeton
martes, 22 de abril de 2025
THE BEST AMERICAN COMICS 2015
Aquell@s que siguen este blog hace mucho tiempo recordarán que hubo una época en la que una vez por año yo me compraba el The Best American Comics del año anterior y lo reseñaba en este espacio. El último reseñado en orden de salida fue el de 2013, allá por el 08/07/14, un par de años más tarde conseguí el de 2007 y lo reseñé el 28/04/16. El año pasado, encontré MUY barato el de 2015 y dije "bueno, dale, reincidamos". Craso error.
La verdad que la selección que presentan Jonathan Lethem y Bill Kartalopoulos por momentos es tan decepcionante, que hasta puede ser motivo de orgullo para los que quedaron afuera NO formar parte de la misma. Todo el tiempo flota la duda... "Si estos son los mejores, no me quiero imaginar lo que serán los peores". La selección de 2015 va más a fondo con dos de las características más polémicas de las ediciones anteriores: primero, centrarse en la producción marginal, mucho más cerca del underground que de las historietas que aparecen en los diarios y en las grandes editoriales de comic books. Y segundo, incluir un montón de extractos de novelas gráficas, fragmentos elegidos de manera dudosa de obras que uno ya tiene, o ya sabe que quiere tener... completas, no en una muestra "gratis" de 12 ó 14 páginas. A mí esto último esta vez me jugó a favor: gracias a los extractos que aparecen en este libro, decidí que NO me voy a comprar dos novelas gráficas que tenía en la mira, una de Jules Feiffer y una de Peter Bagge.
Como nunca antes en los libros de esta serie, me encontré con un montón de páginas ocupadas por material francamente horrible, trabajos de chicos y chicas que dibujan muy mal y narran peor. Y lo más loco: estos son trabajos de 2014, y en los 10 años posteriores nunca vi otros trabajos posteriores de estos mismos autores, ni mejores ni peores. Lo que me hace suponer que Lethem y Kartalopoulos metieron en el BAC a una camada de autores cuyo paso por la historieta fue efímero e intrascendente. Pero, como siempre que caigo en garras de una antología que me decepciona, encontré varias cosas para rescatar. Veamos.
Ben Duncan, dibujante de la San Puta, con ideas muy limadas.
Julia Gfrörer, con una muy buena historieta histórica protagonizada por Simón el Bautista. Gran manejo del tempo narrativo y un trazo en la línea del Eddie Campbell de From Hell.
Megan Kelso, que siempre dibuja bien, aunque acá no me interesó lo que tenía para contar.
Eleanor Davis, dibujante extraordinaria, con un manejo impactante del color y muchos logros en la puesta en página.
Henriette Valium, una autora con un dibujo DEMENCIAL, completamente incompatible con la función narrativa que debe tener el dibujo en la historieta, pero muy, muy atractivo.
Ron Regé Jr., otro que siempre cumple. Una pena que le hayan seleccionado solo tres paginitas.
Mat Brinkman, una bestia con un manejo alucinante del blanco y negro, con cosas de Hideshi Hino, Thomas Ott y Richard Corben. No entiendo cómo en los últimos 10 años no escuchamos hablar de él, al menos día por medio.
El recordado Ed Piskor, gran dibujante y gran narrador.
Peter Bagge, con un fragmento de una novela gráfica que no me generó mayor interés (Woman Rebel: The Margaret Sanger Story), pero que obviamente está muy bien dibujada.
Jim Woodring, cada día más zarpado. Un dibujante inexplicable, de una imaginación y un talento indescriptibles.
Jesse Jacobs, un autor interesantísimo, precursor de varias cosas que vimos más tarde en obras de Femimutancia y Sole Otero, por poner ejemplos que todos conocemos.
Y finalmente, las seis páginas de Crime Chime Noir, del ignoto (o ignota) A. Deger, una especie de vuelta de tuerca lisérgica al estilo de Massimo Mattioli, muy bien lograda.
Fuera de eso, muy poco para rescatar. Un extracto de la maravillosa The Wrenchies (de Farel Dalrymple), que vimos acá el 26/05/16... y el resto no está ni cerca de ese nivel. Huyendo del mainstream, Lethem y Kartalopoulos cayeron en las garras de un montón de autobiografías pedorras de chicos y chicas con menos calle que una pantufla, o dibujantes que quieren ser Simon Hanselmann y no les da la nafta.
Una pena cómo chocaron la Ferrari. Los BAC eran (hace muchos años) una cita no te digo impostergable, pero sí muy atractiva, donde solíamos encontrarnos con material muy variado y -casi siempre- muy bueno. Nunca vi ni de cerca el BAC 2014, pero no descarto comprarlo el día que lo encuentre a buen precio. Y posteriores a este de 2015, me parece que no, que no me compro ninguno más, por las dudas de comerme otro garrón como el de hoy.
Tengo por la mitad otro librito, así que calculo que en un par de días se me habrá juntado material como para volver a postear acá en el blog. Gracias y hasta pronto.
Etiquetas:
antología,
The Best American Comics
viernes, 18 de abril de 2025
TRES GENIOS DEL DIBUJO
Creo que estas magias te pasan solo en Estados Unidos: entro a una tienda enorme de discos y DVDs usados buscando un CD de Joy Division y me encuentro con la adaptación al comic de Alien, en la excelente edición de Titan de 2012, un poquito baqueteada pero a un precio irrisorio. Nunca la había leído, así que adentro.
Esta es una historieta de 1979, en la que los maestros Archie Goodwin y Walt Simonson adaptan la famosísima película de Ridley Scott para un álbum de 64 páginas que originalmente publica Heavy Metal. Y esta es la edición remasterizada, mucho más respetuosa del coloreado original, que está lleno de sutilezas que las imprentas de 1979 rara vez lograban reproducir. Dos cosas me sorprendieron: primero, la calidad del dibujo de Simonson, que todavía no está al nivel glorioso de su etapa en Thor, pero que acá hace algo mucho más complejo que en aquellos comic books de Marvel. Varias de estas páginas le exigen al ídolo meter 10 u 11 viñetas chiquitas, como si fuera un álbum europeo. Y el barba se arremanga y te mete 10 u 11 viñetas preciosas, en páginas de diseño clásico, pero muy eficaz, muy dinámico. Alien es todo clima, todo suspenso y tensión, y Goodwin y Simonson lo entienden a la perfección y arman las secuencias y eligen las viñetas a enfatizar dentro de la página con ese criterio: el de poner cada vez más nervioso al lector, para que sufra junto a los personajes. Y lo otro que me sorprendió es que la narración me atrapó por completo... incluso cuando uno sabe de memoria lo que va a pasar, en qué orden van a morir los tripulantes de la nave, cómo va a zafar Ripley en el final, etc.. Y eso pasa porque Goodwin y Simonson manejan con una precisión apabullante el ritmo del relato.
Entre las falencias, también quiero subrayar dos. Primero, esa manía de que los personajes se nombren unos a otros viñetas por medio. Una pena, porque en general los diálogos están muy bien (hasta hay un par de "fuck" y "fuckin´"... en un comic de 1979). Y segundo y más importante: no me acuerdo si en la peli pasaba lo mismo, pero el comic termina con una última página de siete viñetas, en las que pasa DE TODO. El final definitivo del bicho que quiere boletear a Ripley se ve UN CUADRITO antes del final. No queda espacio para una pausita, un descansito, un alivio a toda la tensión que generó la trama. UN CUADRITO después de liquidar a la amenaza, la historieta se termina... lo cual me da la sensación de que los autores se quedaron cortos con el espacio y tuvieron que comprimir un poco (o mucho) las secuencias finales del film en muy pocas páginas, porque en la primera mitad -si bien hay muchas páginas de 10 viñetas- la narración no se nota apurada ni precipitada.
Hechas esas salvedades, esta es una adaptación logradísima de una película brillante. En 1979 Archie Goodwin y Walt Simonson se conocían de memoria y esa complicidad se ve en cada página. Como también se ve que la película les pareció zarpada e inspiradora. Dentro de un subgénero tan bastardeado como es la adaptación al comic de blockbusters de Hollywood, esta versión de Alien tiene un vuelo y una potencia artística muy poco frecuente, y probablemente eso sea lo que le confiere ese status de clásico del que goza tantos años después. Hoy que Marvel está generando una vez más comics protagonizados por los xenomorfos, acá hay una clase magistral a la que conviene apuntarse y prestarle mucha atención.
Todavía no terminé de leer las historietas argentinas publicadas en 2024, pero hoy me tiré de cabeza sobre una de este año: El Libro de las Almas Perdidas y El Faro de los Condenados, un tomo en el que Deux reúne dos obras cortas dibujadas por Enrique Breccia para Ediciones Record en los ´90 que -andá a saber por qué- nunca salieron en la Skorpio argentina y solo se conocían en Italia.
La primera (El Libro...) tiene guiones de Eduardo Mazzitelli y se nota a varias leguas que fue pensada como una serie mucho más extensa, que quedó trunca tras el cuarto episodio. El planteo es muy atractivo, parece de una serie de Vertigo, el personaje central es interesante, los invitados (Drácula, Atila y el pirata Barbanegra) se revelan como figuras complejas, tridimensionales, los textos de Mazzitelli son una belleza... No sé qué será lo que no les cerró a los italianos como para no querer continuarla.
La segunda (El Faro...) está escrita por Walter Slavich en un formato más de miniserie. Son cuatro episodios y parece estar pensada para esa duración. Esta es una aventura un poco más clásica, con la fórmula episódica típica de la Skorpio, pero con mucha imaginación, mucho vuelo y la dosis justa de mala leche por parte del guionista. Me acuerdo que cuando Walter trajo la idea a Record, me cebé tanto que terminé viajando a Uruguay a conocer Punta del Diablo, el pueblito que inspiró la historia y que le sirve de ambientación a la misma.
En ambos trabajos, el dibujo de Breccia es descomunal. Incluso cuando uno tiene en claro que en sus historietas para Record el maestro nunca puso el 100% de su talento, estas páginas te quitan el aliento. Sobre todo las páginas en las que Enrique se logra deshacer de la grilla clásica de seis o siete cuadros y prueba con puestas distintas, menos pobladas de esos primeros planos que están buenísimos, pero que se repiten un poco.
Me da la sensación de que "El Faro..." no está reproducida de los originales de Enrique (que era los que leía yo cuando él venía a entregar las páginas, de tan manija que estaba con la serie) sino de las publicaciones italianas. La comparación con "El Libro..." (que sí parece reproducido de los originales) la desfavorece mucho, porque el dibujo de esta segunda saga se ve empastado, con líneas que se entrecortan, como si hubiera sido escaneado sin demasiada pericia ni demasiado cuidado de revistas de hace más de 30 años, cuando las imprentas no eran ni en pedo lo que son hoy, ni siquiera en Europa. Un bajón, pero bueno... es Deux, que siempre alguna cagada se manda, y es Record, una editorial que cada vez que pudo vendió los originales de sus historietas a coleccionistas en vez de devolverlos a los autores. De todos modos, la magia de leer a los inolvidables Mazzitelli y Slavich dibujados con tanta categoría por una leyenda del lápiz como Enrique Breccia nos permite soslayar estas imperfecciones de la edición local.
Y cierro con una breve glosa del Vol.8 de Dead Dead Demon´s Dededede Destruction, el manga de Inio Asano cuyo último tomito publicó Ivrea la semana pasada. Esta vez, la trama principal no avanza poquito. No avanza NADA. Al limado de Asano se le ocurre una idea bastante ingeniosa para volver para atrás y narrarnos (en un flashback tan extenso que seguramente se extiende también al próximo tomo) un montón de cosas que pasaron ANTES del Vol.1 de la serie, principalmente el origen secreto de la amistad entre las dos protagonistas, Ouran y Kadode. Todo el tomo se centra en los primeros encuentros entre ellas y entre ellas y un alienígena, al que van a "adoptar". Es entretenido, obvio, y está dibujado como la hiper-concha de Dios, pero es algo que daba para 30 páginas, no para un tomo entero. Y entonces, Asano rellena con situaciones de comedia, slice of life pre-adolescente, travesuras de colegialas y demás pelotudeces... hasta el tramo final que, si bien tiene bastante de eso, incorpora esa secuencia en la que las protagonistas salen a volar por primera vez por la ciudad, que es pura magia, alegría y emoción. Nada, ojalá el flashback no abarque TODO el Vol.9, porque quiero saber cómo sigue el bolonki de los aliens en Japón y toda la trama política y de espionaje que armó Asano alrededor de eso, que me tiene muy enganchado.
Nada más, por hoy. Como siempre, espero volver a postear pronto nuevas reseñas, pero para eso me tengo que poner a leer. Gracias por estar ahí.
Etiquetas:
Archie Goodwin,
Eduardo Mazzitelli,
Enrique Breccia,
Inio Asano,
Walt Simonson,
Walter Slavich
martes, 15 de abril de 2025
NOCHE DE MARTES
Le sigo dando átomos a la lectura del material que tengo pendiente, y ya tengo otros dos libritos que quiero reseñar.
El primero es un álbum cortito, apenas 48 páginas, pero con bastante texto. Estamos en Francia, año 1983, pleno furor de la historieta para adultos y Les Humanoïdes Associés recopila en un hermoso tomito de tapa blanda varias historias cortas de Les Closh, los personajes de Dodo y Ben Radis que aparecían en la Métal Hurlant.
Básicamente se trata de comedias breves, casi siempre con algún estallido de violencia, pero sin alejarse mucho de la senda del humor. Les Closh eran algo así como la versión "cheta" de Kebra, la rata pandillera y punk de Tramber y Jano. Siempre impecables en su apariencia, Les Closh son una banda de rock, pero a la que no le tiembla el pulso a la hora de interpretar boleros, jazz o rockabilly. Y al tener una cantante mujer, uno los asociaba mucho con Los Twist, que también usaban trajes y moñitos, y se las daban de irónicos. No todas las historias tienen que ver con que ellos son músicos. De hecho, la mejor dibujada del libro es una parodia de la famosa película "La Guerra del Fuego", en la que ellos son cavernícolas. Y la mejor escrita es una de espionaje y aventuras onda Blake & Mortimer, titulada "Le Citron Riz Jaune", intensa y divertidísima, también llena de guiños satíricos.
Incluso hay una historieta en la que no aparecen Los Closh, que es una versión en tiempos ochentosos y en son de joda de la famosa aventura de Los Tres Mosqueteros en la que tienen que hacer aparecer las joyas de la reina. Esta pareciera ser una historieta más antigua que las otras, porque el dibujo no está tan logrado.
Algunas de estas historias las recuerdo de cuando leía la edición española de Métal Hurlant, otras me parece que nunca se tradujeron al castellano, y en todos los casos me encontré con secuencias muy entretenidas, con personajes carismáticos que no siempre ganan, en general envueltos en situaciones cercanas y reales para cualquier grupito de jóvenes de los ´80.
Al igual que en las historietas de Kebra, acá tenemos personajes muy humanos, pero con cabezas de animales: ratones, perros, cerdos... al punto que las últimas historias parecen estar ambientadas en el universo de Walt Disney, con apariciones de Gyro Gearloose y el propio Mickey. El dibujo de Ben Radis es fabuloso: expresivo, dinámico, prolijo, con constantes homenajes a la ropa y los autos de los años ´50, algo que en la época de oro de Métal Hurlant era moneda corriente y se veía también en la obra de autores como Ted Benoit, Yves Chaland y Serge Clerc. Y si bien toda esta estética está muy bien plasmada, Radis me impactó sobre todo con su interpretación de la prehistoria en la parodia de "La Guerra del Fuego", donde no hay autos ni corbatas ni edificios, pero sí unos instrumentos musicales resueltos con muchísimo ingenio. Como ya dije, me pareció la historieta mejor dibujada del álbum.
No sé si me compraría más álbumes de Les Closh, pero sí me gustaría tener en libro otras obras de esta dupla, de la que hace muchos años que no tengo noticias y que en la adolescencia me hizo muy feliz.
Nos vamos a Estados Unidos, año 2019, cuando Mark Millar, poco antes de pelearse para el orto con la gente de Image, le agrega una gema a su corona con Prodigy: The Evil Earth, la primera (y creo que hasta ahora única) aventura de Edison Crane, el hombre más inteligente del mundo. Edison es una especie de hiper-bocho infalible al estilo Reed Richards, pero con una aptitud física y una adicción por el riesgo y la adrenalina que lo acercan más a un Batman o un James Bond. Una máquina de resolver problemas, con una memoria imposible, una capacidad de observación apabullante, una serenidad a prueba de balas y la empatía y la sensibilidad suficientes para utilizar todo esto (más ilimitadas cantidades de dinero que consigue casi sin esfuerzo) al servicio de quienes más lo necesitan.
Edison Crane es el tipo que a todos nos gustaría ser. Un James Bond que no se pasa de canchero, un Batman que no se deja ganar por sus obsesiones, un Reed Richards que resuelve problemas reales y cotidianos para mejorarle la vida a la gente... Uno que ya está acostumbrado a los volantazos de Mark Millar (y a la mala leche que suele aparecer en las obras del escocés), estaba preparado para la revelación final, en la que Crane resultara ser el más cínico e hijo de puta de los villanos. Pero no, el autor lo mantiene noble y copado hasta el final. A lo largo de estos seis episodios, zafa de peligros y heridas muy extremas, y aún así todo resulta bastante creíble, simplemente por las asombrosas capacidades y conocimientos de los que hace gala Crane.
Lo único que no me terminó de cerrar es la revelación de la identidad del principal villano. No hacía falta que fuera alguien a quien Crane conocía desde la infancia. Podría haber sido cualquier otro sorete, y nos ahorrábamos esa vuelta de tuerca que tensa innecesariamente el verosímil. El resto me encantó. El ritmo, los diálogos, la forma en la que Millar toca (bastante por encima, pero sin trivializarlos) problemas políticos y sociales del mundo real, la forma en la que te muestra lo jodidos que son los villanos, los momentos que elige para clavar los flashbacks al pasado del protagonista... Un verdadero deleite, repleto de sorpresas incluso para el lector muy curtido en las lides de la aventura extrema, a todo o nada.
Al igual que en Huck (reseñado por acá un 16/06/20), Millar cuenta con los magníficos dibujos de Rafael Albuquerque, complementados a la perfección con los colores de Marcelo Maiolo. Más allá de alguna página en la que escasean los fondos, se nota que Albuquerque puso el alma en este trabajo. Hay paisajes hermosos, edificios complicados, naves con diseños futuristas, escenas en interiores que requieren mucho detalle y mucho cuidado en la composición, y por supuesto personajes expresivos, de gran plasticidad, que tienen que correr, saltar, nadar, volar o simplemente conversar durante varias viñetas sin que el lector se aburra. Albuquerque hace que todo parezca muy fácil y que todo fluya con mucha naturalidad, como si uno estuviera viendo una película... pero guarda: el comic es un comic, no es un storyboard con globos de diálogo. Gran trabajo de este notable autor brazuca que hoy es garantía absoluta de solvencia y jerarquía.
Prodigy es una lectura original y atractiva, muy recomendable para los fans de las aventuras sin superpoderes ni elementos fantásticos muy limados. Y ni hablar para los fans de Millar o de Albuquerque, que los van a encontrar afiladísimos a ambos.
Esto es todo por hoy. Se viene Semana Santa y por ahí los compromisos sociales me llevan a bajar un toque el ritmo de lectura y posteos, pero veremos cómo la piloteamos. Ojalá nos reencontremos pronto, acá en el blog.
Etiquetas:
Ben Radis,
Dodo,
Mark Millar,
Rafael Albuquerque
lunes, 14 de abril de 2025
LUNES TRANQUI
Bueno, acá estoy de nuevo con un par de lecturas más.
Simplemente porque lo vi obscenamente barato en una librería de usados (encima en un estado impecable) me compré Flock of Dreamers, una antología de 1997 que recopila 21 historias cortas a cargo de autores de ocho países distintos, todas basadas en sueños. Ya vimos varias obras en este blog en las que en vez de crear ficciones, los autores cuentan en forma de historieta cosas que soñaron. Suelen ser trabajos cortos, experimentales, de los que uno no espera nada a nivel guiones, desarrollo de personajes, etc.. El atractivo se limita a ver ideas limadas plasmadas de manera ingeniosa u original en la página. Y eso es, básicamente, lo que encontré en un puñado de las historietas que integran esta antología. Algunas no me brindaron ni eso, porque los dibujos son malísimos, o porque la inoperancia de los autores a la hora de armar la página o de equilibrar el texto con la imagen eclipsaron totalmente a la intriga o la extrañeza que generan las ideas.
Thierry Guitard es un autor al que no conocía, que dibuja y narra muy bien. El inmenso Jim Woodring se excede un poco con la cantidad de texto, pero el dibujo es maravilloso. Me pareció interesante el aporte de otro autor al que no conocía, Bob Kathman, Y muy bizarro, muy extremo, pero sin dudas atrapante el breve relato de Luke Walsh, al que tampoco conocía y del que definitivamente quiero leer otras historietas. El maestro Aleksandar Zograf (al que tuve la suerte de conocer personalmente en 2006 y gastarlo sin piedad por el 6-0 de Argentina a Serbia y Montenegro de ese año) tiene una primera página flojita, y después levanta muchísimo, con una serie de viñetas en las que explica una técnica que desarrolló para poder recordar y dibujar sus sueños. Correcto lo de Pat Moriarty, muy notable lo de Rick Veitch (vimos todo un libro de historietas basadas en sus sueños el 01/07/16) y alucinantes esas seis páginas en las que me reencuentro con Francesca Ghermandi (de la que hablamos hace muy poquito), en un trabajo demoledor, realizado a cuatro manos junto a Massimo Semerano.
Dejo de lado a unos cuantos muertos de frío que no tienen nada que hacer en un álbum de estas características, y paro un toque la pelota para hablar de dos autores hiper-grossos que acá dejan la vida en los dibujos, pero lamentablemente eligen no narrar. Lo de Robert Crumb son simplemente dibujos sueltos, acompañados de textos muy breves, y lo que entrega Danijel Zezelj son una serie de ilustraciones fastuosas, en un formato similar al de un cuento ilustrado. Hay una narración, pero pasa exclusivamente por el texto. Las imágenes acompañan y resaltan algunos pasajes de los textos. Técnicamente esto es de una belleza y una originalidad alucinante, pero a mí me gusta ver a Zezelj narrar con el dibujo.
Lectura livianita, rápida, en un punto también despareja... y todavía no decidí si conservar este librito o deshacerme de él.
Me vengo a Argentina, año 2024, para reencontrarme con Antonio Mamerto Gil Nuñez, más conocido como “el Gauchito Gil”, en una nueva aventura escrita por el cordobés Juan Bertá (vimos una el 12/06/21), ahora con los dibujos de Pablo Burman.
Me gusta cómo labura Burman, me vuelve loco esa atmósfera opresiva que logra con esas aguadas bien expresionistas, que me recuerdan al Viejo Breccia de la época de Perramus, me copa cuando de repente cambia de estilo y se va a una línea clara abigarrada, sobrecargada de detallitos onda Moebius, en este libro en particular me encantó su dominio de la puesta en página basada en viñetas widescreen... pero me parece que no era el dibujante adecuado para este guion. Ya me habia pasado antes, cuando leí La Bruja de Toska (ver reseña del 03/04/21). No lo veo al marplatense como un dibujante ideal para estos guiones tan clásicos, tan de aventura tradicional que podrían haberse publicado tranquilamente en la revista Skorpio. Sí para relatos más arriesgados, más experimentales, y más breves.
El Cantar del Prodigio y el Insomne tiene un solo problema, que es su extensión: la trama que plantea Bertá para 72 páginas funcionaría mucho mejor en 48 ó 50. El resto está muy bien. Hay un misterio atrapante, conflictos muy humanos, que van más allá de la lucha entre Nuñez y el villano de turno, está muy bien aprovechada la ambienación en la Argentina rural del último tercio del Siglo XIX, la información está bien dosificada... Y bueno, para llenar 72 páginas con esta idea, Bertá opta por meter largas escenas de diálogos que ralentizan el ritmo del relato. Algunos diálogos sirven para produndizar en la psiquis de los personajes, y otros se hacen un poco tediosos. También hay algunas secuencias mudas que podrían no estar, aunque son momentos en los que generalmente brilla el pincel de Burman.
Este mismo argumento, así como está, con esa impronta criolla y esos tintes shakespereanos, resumido para que ocupe menos páginas y con un dibujante más convencional, podría sostener una historieta realmente potente. Acá se ve una especie de tensión incómoda entre un guionista que quiere ser profundo, dramático y subrayar la humanidad de los personajes, y un dibujante que quiere volar, irse al carajo, dibujar personajes y paisajes a veces grotescos y a veces etéreos, de gran belleza plástica, pero que requieren una cierta decodificación por parte del lector. Y en general, la historieta funciona mejor cuando el guion y el dibujo bailan al mismo ritmo, tienen las mismas metas y tiran para el mismo lado.
Nada más, por ahora. Gracias por leer y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas.
viernes, 11 de abril de 2025
VIERNES ATP
Después de la última incursión en el porno, hoy tengo para reseñar dos libros aptos para todo público en los que no se ve ni una teta.
Empezamos con el cuarto y último tomo recopilatorio de The Batman Adventures, un masacote de casi 300 páginas donde tenemos los últimos ocho episodios de la primera serie regular (esos nunca los llegué a traducir para Perfil), más el Annual 2 y el glorioso Holiday Special.
El Holiday Special es un verdadera delicia. Una antología con cinco historias cortas, todas escritas por Paul Dini y ambientadas entre el 1º de Diciembre y el 1º de Enero. Esta vez, en vez de ir a buscar a grandes figuras del comic para que dibujaran sus guiones, Dini trajo a los directores de la serie animada. Ya tenía clarísimo que con Bruce Timm formaba una dupla insumergible, y lo trae de vuelta para aventura de Batgirl contra Clayface muy divertida, con un ritmo infernal. También trae a Ronnie Del Carmen para una disparatada comedia de acción centrada en Harley Quinn, Poison Ivy y Bruce Wayne, en la que Batman aparece recién al final. Glen Murakami tiene a su cargo la historia más seria, más triste incluso, en la que Batman confronta con Mr. Freeze. En la serie animada, los episodios con Mr. Freeze solían tener un tinte más dramático, y estas 13 páginas van en esa misma línea. Timm y Dini co-escriben la infaltable aventura de Batman contra el Joker, que cuenta con los dibujos de Butch Lukic y Kevin Altieri, otros dos tremendos directores de animación. Y para el epílogo, Dini consigue a otro prócer de BTAS: Dan Riba. Esto no tiene desperdicio, realmente, y vale lo que pagues por todo el libro.
Después tenemos más números de la serie mensual: el nº28 es un regreso muy divertido para el Joker y Harley Quinn, gran guion de Kelley Puckett dibujado con la habitual categoría de Mike Parobeck. En el nº29 tenemos al correcto Dev Madan como dibujante suplente, y lo vamos a ver en todos los números impares que nos quedan hasta llegar al 36. Puckett se manda un unitario intenso y sorprendente con Talia y Ra´s al Ghul. Ahora con Rick Burchett de dibujante suplente, el nº30 es un episodio centrado en Mastermind, mr. Nice y The Perfesser, en el que no aparecen los justicieros de Gotham. Otro hallazgo de Puckett, que se va a tomar unas vacaciones para volver más cerca del final de la serie.
El nº31 es un unitario de Robin contra Anarky, un personaje que (lógicamente) nunca apareció en los dibujos animados. Tiene la particularidad de estar escrito por el creador de Anarky, el querido Alan Grant, y lleno de frases que ningún otro guionista se animaría a poner en boca de un superhéroe. En el nº32 vuelve Parobeck para dibujar un guion bastante menor de otro guionista invitado, Dan Raspler, al que le fue mucho mejor como coordinador o director de colecciones. El 33 es un excelente unitario, en el que pela chapa quien va a quedar como guionista titular en la siguiente serie mensual basada en BTAS: el canadiense Ty Templeton, otrora dibujante, en aquellos primeros números que vimos el 20/02/25.
Y en el nº34 arranca una trilogía (la primera y única en esta serie) en la que se reúnen Puckett y Parobeck, más Templeton que colabora en algunos guiones. Los villanos son Hugo Strange y Catwoman, y pasan cosas tan locas que no se pueden creer. Pero es todo en serio, y está narrado de una manera muy emotiva. Gran cierre para una serie mensual que sostuvo una calidad notable entre 1992 y 1995, años poco felices para el mainstream superheroico.
Pero al libro le queda una gema más. El Annual 2, con un plot obra de Paul Dini, Bruce Timm y Glen Murakami, guion del primero y dibujo y color de los otros dos. Podría ser tranquilamente un unitario de 22 páginas pero lo estiran a 44 y está bien, porque los dibujos son majestuosos. Es todo un gigantesco tributo a Jack Kirby, con Demon y Ra´s al Ghul en roles que eclipsan al propio Batman, con momentos muy oscuros, muy violentos, que en una de esas no podrían haber tenido cabida en una serie animada. Creo que este Annual y el Holiday Special es lo único que en esta lectura ya de cuasi-anciano me gustaron más que cuando las leí originalmente, con veintipico de años.
Y me voy a España, año 2008, cuando Dib-buks recopila en un hermoso álbum 44 planchas de Zorgo, la historieta que Luis Bustos publicaba todas las semanas en la recordada revista infanto-juvenil Mister K. Esto es brillante. Los guiones son ingeniosos, los personajes son queribles, los chistes son tremendos, hay diálogos bastante zarpados, las tramas no se repiten, Bustos nunca llega a la última viñeta obligado a rematar "en una baldosa" porque se le terminó el espacio de golpe, ni tampoco estira una idea mínima para llenar las (por lo menos) ocho viñetas que dibuja en cada entrega.
El protagonista es un genio del crimen, un supervillano irredimible que quiere sojuzgar a la humanidad con sus máquinas diabólicas y sus mega-robots destructores. Sí, te va a hacer acordar todo el tiempo a los protagonistas de las películas Megamind y Despicable Me (o "Mi Villano Favorito")... pero ambas son de 2010, y esto es bastante anterior.
Las aventuras (y a veces desventuras) de Zorgo dialogan con el comic clásico de superhéroes, de cuando los villanos eran genios científicos que construían artefactos imposibles para destruir ciudades, pero también con las pelis de agentes secretos tipo James Bond (rara vez en esta serie salen bien parados los agentes secretos) e incuso con las de monstruos gigantes, kaijus y demás bichos bizarros. Y Bustos juega además con el Lado B del supervillano: la vida cotidiana de Zorgo cuando no está tripulando mega-robots ni lanzando ultimatums contra los gobiernos del planeta. De acá también salen grandes momentos.
Recomiendo mucho Zorgo a lectores de todas las edades y tengo entendido que hay más tomitos recopilatorios, así que intentaré conseguirlos. Bustos me parece un autor fenomenal, y ahora que descubrí la magia que tira en su vertiente infanto-juvenil, lo admiro más que antes.
Hasta acá llegamos, por hoy. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.
Etiquetas:
Batman,
Kelley Puckett,
Luis Bustos,
Mike Parobeck,
Paul Dini
Suscribirse a:
Entradas (Atom)